En el siglo XI, el conde de Burgos -a la postre rey consorte de León- Fernando I, se lanzó con ímpetu sobre las tierras de dominación musulmana, iniciando una larga acción guerrera: La Reconquista. Sometió el territorio de los vecinos y obligó a sus reyes a pagarle tributo, repoblando con cristianos las tierras del norte de la Sierra.
Así las tierras del norte del Guadarrama repartidas en grandes municipios gozaban de amplios privilegios reales en reconocimiento a los servicios prestados al Rey en las campañas contra los moros. Algunos de esos municipios eran: Avila, Segovia, Cuellar y Sepúlveda. Los acuerdos entre estas ciudades y los reyes se regían por escrito y constituían los fueros de cada ciudad. Después de la reconquista de un nuevo territorio los municipios que habían colaborado en la campaña adquirían el derecho de repoblar esas tierras y aprovecharse de su producto. En ese sentido, nuestra zona cayó bajo la influencia de la ciudad de Segovia. En toda esta labor de castellanización y colonización, la Iglesia jugó un papel fundamental enriqueciéndose con las propiedades de las mezquitas.
Durante el reinado de Doña Urraca, hermana de Alfonso VI, dieron comienzo las discordias entre los concejos de Segovia y Madrid en relación con los derechos de ambos sobre las tierras de la vertiente sur del Guadarrama, quizá originados por las circunstancias particulares de la repoblación.